El 14 de febrero siempre tuvo un contexto distinto para mi, más allá de la celebración del Día del Amor y la Amistad. En esta fecha, del año 1942, nació mi padre Carlos Eduardo Campos Monge.
De estar aún con vida, hoy cumpliría 72 años de habitar físicamente este mundo. Gracias al legado que dejó como padre, como esposo, como hermano, como tío, como profesional y como amigo, sigue estando presente entre nosotros.
Gracias a la magia de la fotografía, y al aporte de familiares, puedo elaborar este pequeño tributo compuesto de retratos de mi padre que lo muestran en diversas etapas de su vida.
Como he mencionado en otras ocasiones, él mismo me heredó el amor por la fotografía, de lo importante de documentar momentos de la vida que no se repetirán y a los que a veces la memoria traiciona. La imagen persiste y nos ayuda a revivir, a reconstruir épocas, lugares y sentimientos.