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Día intenso de recorrido por una ciudad plagada de detalles arquitectónicos y culturales

Domingo 9 de junio del 2013. La llegada a la ciudad de Bilbao, en bus desde Avilés, fue cerca de las 5 am.

A mi esposa y a mi nos recibieron la lluvia, el frío y un amable taxista que nos transportó desde la estación de buses, hasta el hotel ubicado en el casco antiguo de la ciudad.

El recorrido fue principalmente sobre la Vía Don Diego López de Haro, donde se ubica la Plaza Moyúa, a  un costado de esta se ve la hermosa fachada del Hotel Carlton. Los «fosteritos», famosos túneles de entrada al Metro Bilbao, diseñado por Norman Foster, fueron parte de un paisaje sin amanecer a la vista pero iluminado de manera que destaca detalles importantes de la arquitectura bilbaína.

El día inició con la visita obligada al Museo Guggenheim, una maravilla de la arquitectura y debo admitir, el principal atractivo para hacer este viaje de un día por el País Vasco.

Diseñado por el gran Frank Gehry e inaugurado el 18 de octubre de 1997, este espacio de 24,000 m² de construcción, es visitado por más de un millón de personas anualmente. En su fachada norte, que da a la ría de Bilbao, se pueden observar las instalaciones «El gran árbol y el ojo» de Anish Kapoor, «Tulipanes» de Jeff Koons y la gigantesca araña «Mamá» de Louise Bourgeois.

En el otro costado, al sur, está la entrada principal al museo, a la cual nos dio la bienvenida el enorme «Puppy» de Jeff Koons.

El día alcanzó para, después de la visita al Museo, descansar unas horas y salir a caminar por el casco antiguo para luego bordear la ría. En esa ruta nos topamos con el puente peatonal Zubizuri, diseñado por Santiago Calatrava, el cual contrasta con el imponente complejo residencial Isozaki Atea, del arquitecto japonés Arata Isozaki.

Toparse de nuevo con el Museo Guggenheim, con más calma y menos lluvia, sirvió para fotografiar sus impresionantes formas y entorno.

La siguiente parada fueron los Estadios de San Mamés, la cual quedó documentada en este texto. Como «material extra» del paso por San Mamés, quedó la vista del Cirque du Soleil, de paso por la ciudad con su espectáculo Koozå.

De regreso al hotel, una caminata por la Vía Don Diego López de Haro, la cual nos dio la bienvenida, que sirvió como despedida con sus vitrinas iluminadas y negocios cerrados.

Los famosos, y deliciosos pintxos bilbaínos (rebanada de pan donde se coloca una ración de comida), fueron el cierre de un largo, intenso y provechoso día en el norte de España.