En Venecia, sus canales equivalen a lo que en París o New York las calles. Y como en esos lugares, las hay más amplias o estrechas, más transitadas o más tranquilas y privadas.
Cruzar los canales en los múltiples puentes que uno encuentra, es una oportunidad de apreciarlos por encima, sentirse parte de ellos como quien cruza una zona peatonal.
Las aguas, que se mueven al compás de las olas o del viento, son en si un espectáculo de brillos y sombras, una danza que hipnotiza al visitante, y al lente.
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