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No recuerdo que edad tenía yo ni cual fue el motivo, pero papi fue quien me explicó lo que significa la palabra lustro. Me pareció muy poética para resumir un lapso que puede pasar, dependiendo de las circunstancias, muy rápido o muy despacio.

Hoy 24 de junio se cumplen 5 años desde la partida de este mundo de Carlos Eduardo Campos Monge y  puedo decir que este lustro en particular ha pasado muy rápido, la vida ha continuado para todos sus seres queridos teniéndolo siempre presente en el día a día.

Mami sigue siendo un roble que nos protege y vela por todos, mi hermano Diego ya va por su sexto día del padre (el primero lo compartió con papi), mi hermana Gaby sigue su vida al son de Sabina, Nacho Vegas y otros locos lindos, mi sobrino Adrián crece montones y hoy estrenan una de las que no dudo será de sus películas favoritas, y Alejandro, un culé de hueso colorado, te sigue extrañando y te nombró como su ángel de la guarda. Por mi parte en estos cinco años he tenido la dicha a nivel profesional y sobre todo a nivel personal al lado de mi esposa Johanna.

Mañana toca reunirnos en familia a recordarlo, a sentirlo entre nosotros y a compartir nuestras historias de los últimos 365 días, lo cual me pone a pensar que el título de este texto no es tan cierto porque todo esto nos hace tenerlo a nuestro lado. Creo que de alguna manera quienes lo extrañamos encontramos la manera de hablar con él, pero sobre todo de escuchar  cuales serían sus opiniones, sus quejas, sus comentarios y sugerencias.

De mi parte lo que más extraño es no poder abrazarlo, el que no salga ya en las fotografías, el que no pueda ayudarme a revisar la redacción de mis textos y el no poder  verlo escribir con tinta negra, el mismo color que me gusta usar a mi.

En una de mis visitas al Estadio Nacional previo a su inauguración, me topé con el periodista Enrique Valverde, amigo de papi por mucho tiempo y me comentó algo así como «aquí estaría tu tata con nosotros». No dudo que él estaba ahí y seguirá presente en nuestras vidas, en los lustros por venir, en cada día, en cada evento familiar, en cada exposición pero sobre todo en cada pensamiento.

Lo más importante es que sus recuerdos son alegres, que al reunirnos en familia en su nombre lo que más hacemos es reír, y de mi parte, recordar su risa y sus anécdotas. Gracias a la fotografía por  conservar su imagen, su sonrisa y su vida junto a nosotros.